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domingo, 20 de julio de 2014

EN SÍNDROME DE NICODEMO



Alguien dijo alguna vez: “por más oscura que sea la noche siempre habrá un nuevo amanecer”, esta expresión logra describir cómo llegamos a relacionar (algunas veces de manera injusta) la manifestación de las cosas malas y ocultas con la caída del ocaso. En la noche se presentan los más altos índices de accidentes, muchos actos de inseguridad y delincuencia, es el tiempo en que se encuentran los amantes secretos que buscan alejarse de las miradas inquisidoras, pero también es en la noche donde algunos se atreven a realizar visitas que nunca harían a plena luz del día, el evangelio de Juan en el capítulo 3 relata una de las más famosas.

Nicodemo un hombre de gran prestigio y posición dentro de la comunidad judía, luego de escuchar acerca de un hombre llamado Jesús de Nazaret, al cual se le atribuye gran sabiduría y conocimiento de la ley, decide visitarle en un tiempo conveniente para su buen nombre, por la noche. Su saludo no podría haber sido más respetuoso y reverencial “…Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.” Con esta salutación Nicodemo reconoce la autoridad de Jesús para enseñar y a su vez al decir “Sabemos” evidencia que no era el único que tiene esa misma percepción, además la referencia acerca de las señales de Jesús y de cómo estas necesariamente están ligadas a una persona con la cual Dios está, tiene una connotación mesiánica, es decir Nicodemo está diciendo de manera implícita: “por el tamaño de las señales que haces tú debes ser el Cristo, el enviado de Dios, el ungido que traerá paz y libertad a nuestra nación”.

Por otro lado las palabras de Nicodemo denotan que su visita tenía un objetivo claro y definido, este hombre requería ser expuesto a la verdad que no gozaba a pesar de su posición social y religiosa, pero sorprendentemente es recibido por Jesús con una afirmación tan contundente como confusa,  “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. (Juan 3:3), tal vez no podamos precisar los pensamientos que pasaron por la mente de Nicodemo, pero si podemos comprender la razón de sus dos posteriores preguntas: “…¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?”V4.

Es evidente el desconcierto de este hombre, ¿cómo podría entender que la alternativa planteada por Jesús fuera algo físicamente imposible para un anciano?, ¿Nacer de Nuevo? ¿Qué tipo de sentencia es esta?, pero como respuesta recibe otra afirmación,  “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”,V6. Jesús no está hablando de un nacimiento físico, sino del comienzo a una vida espiritual, experiencia que no puede ser entendida y mucho menos manipulada por el hombre por que esta procede de Dios V8, pero en cambio de aclarar las dudas de aquel sacerdote, le genera una nueva “… ¿Cómo puede hacerse esto?”V9. Llama la atención las palabras de Jesús, que mas que una pregunta en espera de una respuesta busca evidenciar el desconocimiento absoluto de alguien considerado un guía espiritual de su nación respecto de un tema que condiciona el destino eterno de los hombres, “Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”V10, en otras palabras Jesús le esta diciendo: ¿Cómo puedes atribuirte el título de maestro si no sabes cómo cambiar el rumbo inevitable de tu propia alma? El silencio de Nicodemo es elocuente, a lo que Jesús responde con un silogismo, “Nosotros hablamos de lo que sabemos, si tú no puedes hablar del nuevo nacimiento es porque no eres nueva criatura” V11-12

Si analizamos el significado de esta conversación podemos dimensionar la importancia del nuevo nacimiento, mas aun si tenemos en cuenta las palabras del mismo señor Jesucristo en el versículo 3, las cuales afirman que no importa las obras que hayamos hecho, ni el tiempo de servicio dentro del ministerio, ni cuantas personas hayamos llevado a los pies de Cristo, nadie podrá entrar al cielo sino es engendrado de lo alto, pero a su vez entendemos que en el nuevo nacimiento no hay intervención alguna del hombre, la cual es confirmada en Juan 1:13 “los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, SINO DE DIOS” Desmintiendo así la afirmación de que solo se requiere una decisión humana y el repetir una oración para ser que los hombres sean salvos.

Es curioso y además triste que hoy en las iglesias no se enseñe esta verdad fundamental, seguramente a causa de que esta doctrina sea poco atractiva para conseguir prosélitos para las mismas o tal vez no sea una estrategia eficaz para llenar auditorios, es probable que hayan percibido que la gente quiere escuchar más acerca de cuan interesado está Dios en hacer realidad sus sueños y cuál es la ultima estrategia para llenar sus bolsillos y cuentas bancarias de dinero; a lo mejor la razón más determinante por la cual no se enseñe acerca del nuevo nacimiento sea el SÍNDROME NICODEMO, nombre que tomamos para hacer referencia a este mal, haciendo alusión a la ignorancia frente al tema evidenciado en el relato anteriormente referido.

Hoy nos encontramos con un cristianismo dirigido por muchos Nicodemos, lideres y pastores que se ufanan de conocer a Dios, que escriben libros acerca de la necesidad del crecimiento espiritual y de cómo desarrollar la fe de milagros, pero la realidad es que padecen de poca profundidad en el conocimiento de la Biblia, por lo cual incapaces de discernir su mano derecha y su mano izquierda y como consecuencia llevan a un pueblo inevitablemente al desastre ya que ignoran como presentar adecuadamente el evangelio de poder para salvación, declarando salvos a quienes hacen una simple oración a la cual llaman de fe.

El que tiene oídos para oír, oiga.

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