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lunes, 9 de enero de 2017

NUESTRA POSICIÓN EN CRISTO


En la mayoría de las empresas o instituciones no solo es usual sino además necesario que una persona de nuevo ingreso sea instruida y capacitada en lo que respecta a su nueva realidad dentro de esta organización, la inducción es un proceso de vital importancia que hace a este individuo consiente tanto del rol que desempeñará como de los beneficios a los que tendrá derecho. Este concepto no es diferente para el creyente, todo cristiano debe saber cuál es su nueva realidad como hijo de Dios y cuáles son las bendiciones con las cuales lo bendijo Dios el Padre en los lugares celestiales,  algunos llaman a esta condición “nuestra posición en Cristo”.

En el nuevo testamento encontramos un número bastante amplio de referencias que nos muestran acerca de esta nueva esfera espiritual que tiene efectos en nuestra vida terrenal y en la vida eterna. El concepto de estar unidos a Cristo es desarrollado ampliamente por Pablo en sus epístolas, es por eso que es fácil encontrar permanentemente en ellas la frase “en Cristo”. Nuestro Señor anunció esta idea a los apóstoles poco antes de su sacrifico, cuando declaró en Juan 14:20: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí, y yo en vosotros”. También ilustró esta relación cuando habló de los pámpanos que están en la vid en Juan. 15:4.

Sin duda alguna conocer cuál era nuestra condición antes de ser regenerados nos ayudará a entender y valorar nuestra presente bendición de estar “en Cristo”, para esto empezaremos preguntándonos ¿Qué es lo contrario de estar en Cristo? La Biblia es clara al afirmar que todo hombre que nace está en Adán y siendo Adán la cabeza federal de toda la humanidad, cuando él peco todos los hombres juntamente con el pecaron y la muerte paso a todos los hombres por cuanto todos pecaron Romanos 5:12. Por lo anterior estar en Adán implica ser:

1. Enemigos de Dios: Colosenses 1:21
2. Hijos de ira: Efesio 2:3
3. Hijos del Diablo: Juan 8:44
4. Condenados a muerte: Juan 3:18
5. Muertos Espirituales. Efesios 2:1
6. Hijos de desobediencia Colosenses 3 :6
7. Hijos de Maldición. 2 Pedro 2:14
8. Pecadores, irreverentes y profanos. 1 Tito 1:9
9. Malditos. Mateo 25:41
10. Sin esperanza. Efesios 2:12
11. Ajenos de la vida de Dios. Efesios 4:18
12. Esclavos del pecado. Romanos 6:20
13.  Tinieblas. Efesios. 5:8
14. Ovejas descarriadas.1 Pedro 2:25
15. Insensatos. Tito 3:3
16. Rebeldes. Tito 3:3
17. Extraviados. Tito 3:3
18. Esclavos de concupiscencias y deleites diversos. Tito 3:3
19. Viviendo en malicia, envidia. Tito 3:3
20. Aborrecibles. Tito 3:3
21. aborrecedores de Dios. Romanos 1:30
22. Injuriosos. Romanos 1:30
23. Soberbios. Romanos 1:30
24. Altivos. Romanos 1:30
25. Inventores de males. Romanos 1:30
26. Desobedientes a los padres. Romanos 1:30
27. Necios, desleales. Romanos 1:31
28. Sin afecto natural. Romanos 1:31
29. Implacables. Romanos 1:31
30. Sin misericordia. Romanos 1:31

En contraste el don de Dios para el creyente es vivir “en Cristo”,  el apóstol Pablo amplia el significado de esta verdad, relacionándola con nuestra llamada celestial (Fil. 3:14), nuestra elección en Cristo (Ef.1:4), nuestro perdón (Ef.1:7; 4:32; Col.1:14), nuestra redención (Ro.3:24), nuestra libertad de la condenación  (Ro. 8:1), nuestra libertad de la ley (Gá. 2:4), Nuestra aceptación (Ef.1:6) nuestra justificación (Gá.2:17; 2 Cor. 5:21) nuestra vida (Ro.6:11, 23; 8:2) y nuestra pelnitud (col 2:10). En otras palabras, nuestra salvación está relacionada vitalmente con el “estar en Cristo”, la futura resurrección de nuestro cuerpo está garantizada por el estar “en Cristo” ( 1 Co. 15:22). Pero nuestro principal interés debe ser en lo que se relaciona con nuestra presente santificación. Pablo enseñó que en Cristo los creyentes están santificados ( 1 Co. 1:2), arraigados y edificados (Col. 2:7), enseñados  (Ef. 4:21), guardados (Fil. 4:7), llevados en triunfo (2 Co. 2:14), tienen acceso con confianza a Dios (Ef. 3:12) y llevan frutos para Dios (Rom. 7:4), con base a lo anterior es fácil ver que muchas de las actividades vitales y cotidianas del vivir cristiano se basan en nuestra posición en Cristo.

Al tratar de ampliar a la luz de las Escrituras el significado de la expresiónen Cristo”, es importante tener en mente que el punto de partida del cristianismo es Cristo mismo, él ocupa el lugar prominente habiendo tomado nuestro lugar y habiendo realizado la redención por su sangre, el perdón de nuestros pecados, en consecuencia de ello nos otorga el derecho de vivir en justicia y en total aceptación ante Dios.  Estaren Cristo señala el lugar de toda nueva criatura en donde disfruta de una radical transformación y además muestra a un hombre resucitado, que ha dejado en el pasado todo asunto de pecado y muerte, el juicio de Dios y el poder de Satanás. (2 Cor. 5:17). La magistral carta del apóstol Pablo a la Iglesia de Éfeso enfatiza no solamente que “en Cristo” fuimos bendecidos sino que delinea con absoluta precisión los componentes de esa bendición espiritual hecha en los lugares celestiales: Nos eligió ver. 4, nos adoptó ver. 5, nos aceptó ver. 6, nos redimió ver. 7, nos hizo sobreabundar en sabiduría e inteligencia ver 8, nos dio a conocer su voluntad ver. 9 y 10, nos dio herencia ver. 11 y 12, nos selló con el Espíritu Santo ver. 13. 

Pero ¿Cómo llegamos a estar en Cristo? En el nivel inconsciente y decisivo, es la obra soberana de Dios, quien basándose solo en el puro afecto de su voluntad nos elige para disfrutar y ser participes de su gracia por él (Dios) estáis vosotros en Cristo Jesús… (1 Corintios 1:30), Pero en el nivel consciente de nuestra propia acción, es por medio de la fe, Cristo mora en nuestros corazones por la fe (Efesios 3:17), La vida que vivimos en unión con su muerte y vida, la vivimos en la fe del Hijo de Dios (Gálatas 2:20) y estamos unidos a su muerte y resurrección mediante la fe (Colosenses 2:12).

Concluimos pues que “En Cristo” se encuentra la verdadera esencia de la vida cristiana, es la vida que el mundo nunca nos podrá brindar, Ésta maravillosa verdad de estar unidos a él eternamente es la base de gozo y seguridad eterna.


El que tiene oídos para oír, oiga.

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