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miércoles, 13 de agosto de 2014

TRADICIONES QUE MATAN





Es probable que nunca hallas imaginado cruzar una calle plagada de toros de lidia que cornean a su paso todo lo que se atreve cruzarse en su camino y mucho menos ver una muchedumbre confusa corriendo frenéticamente con un aparente sonrisa dibujada en sus labios a pesar del evidente peligro a la que se exponen de forma voluntaria, pero aun cuando todo esto parezca increíble, es lo que exactamente ocurren dentro de las festividades de San Fermín en la ciudad española de Pamplona, dejando al cierre de las mismas un alto número de accidentes graves y una cantidad menor de muertos.

Cada individuo guarda un maravilloso tesoro en su mente, pensamientos que evocan sucesos pasados, hechos que componen un verdadero cumulo de experiencias que definen lo que pensamos, lo que comemos y lo que somos, a esto se les llama recuerdos y cuando  los mismos se hacen colectivos toman el nombre de tradición, llevándonos a disfrutar de una identidad comunal que nos identifica y nos lleva a actuar de una manera particular e incomprensible para otros grupos sociales, esto es precisamente lo que pasa en dicha fiesta cuya fama ya traspasa las fronteras de esa pequeña localidad. Todos tenemos un acervo cultural y aun cuando pretendamos no ser influidos por esta conciencia social hace parte de nuestra realidad diaria. Hay tradiciones milenarias como las chinas, otras más recientes que evocan las historia pre colonialista en Latinoamérica, también  hay tradiciones familiares que involucran la preparación de exquisitas viandas propias de una fecha en especial, siin embargo hay tradiciones que nos llevan a desdibujar nuestra realidad delante de Dios, impidiéndonos conocer cuál es su perfecta voluntad.

En cierta oportunidad se acercaron al señor Jesucristo unos escribas y fariseos de Jerusalén  preguntándole, ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan. Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? (Mat 15:2-3), la amonestación del señor en principio pareciera sobredimensionada, pero la raíz del asunto es que estos llamados maestros, habían reemplazado la enseñanza pura de la palabra de Dios por un intricado sistema de conceptos humanos, dándole mayor importancia a prácticas que probablemente tenían alguna apariencia de piedad y sabiduría, pero sin ningún valor respecto del conocer y hacer la voluntad de Dios.

Sin lugar a dudas enfrentamos hoy una cultura cristiana fuertemente influenciada por pensamientos de hombres que tienen un estándar de credibilidad por encima de las escrituras, a corrientes filosóficas entretejidas dentro de la doctrina que gozan de gran aceptación sin haber sido evaluadas a la luz de la palabra de Dios, cuya verdadera razón de ser está asociada a la ignorancia bíblica de un pueblo que dice seguir a Dios, a un señor que no conocen ni entienden, desconocimiento que les lleva a tratar definir el concepto de cristianismo desde la perspectiva de la tradición y no según Cristo.

¿Alguien puede sustentar bíblicamente prácticas tan cotidianas como la de anular, renunciar, cancelar, la confesión positiva o la visualización por fe?, ¿puede explicarse desde las escrituras la risa santa o el pactar para prosperidad? Esto y mil cosas más que hoy en la iglesia se enseñan y se hacen no corresponde a la sana doctrina, es el resultado de nuevas tradiciones que falsos maestros han introducido encubiertamente, herejías destructoras que niegan al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.

Debemos darnos cuenta que el evangelicalismo actual a perdido la esencia original, ” Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. (Jer 2:13)  y por lo tanto volver a la única fuente autorizada por el creador para entenderle y conocerle, su Palabra. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;” (Hebreos 1:1-2)

El que tiene oídos para oír, oiga.

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