Para la mayoría de nosotros el
16 de Enero de 1992 no es una fecha que esté relacionada con algún hecho
importante, sin embargo para la memoria histórica de la república del Salvador
es el día en que se firma un acuerdo de paz que buscaba poner fin a una guerra
civil que por 12 años desangró a este país Centroamericano, dejando un
lamentable saldo de 70.000 muertos, 8.000 desaparecidos y a una sociedad sumida
en la miseria y el atraso. Este día había llegado después de que los actores del
conflicto se convencieran que la única alternativa razonable para terminar
la barbarie era la negociación. Sin embargo luego de 22 años esta esperanza
parece no haberse concretado todavía, pues si bien se produjo una dejación de
armas por parte de los grupos insurgentes, la violencia no desapareció, ya que
esta sigue presente a través de poderosas bandas delincuenciales, a donde
fueron a parar un buen numero de excombatientes, produciendo hoy un número de
muertes similar al de los 80’s. Un destino semejante tuvieron los procesos de
paz de Guatemala y Nicaragua, y aunque este último no tiene el grave problema
de pandillas, si es afectada por una pobreza y desigualdad galopantes.
En la pasada contienda electoral a la
presidencia de Colombia los dos candidatos con más opción de ganar abordaron el
tema de la PAZ como nunca antes se había hecho, cada uno tenía su propia tesis
acerca de cómo alcanzarla, con condiciones o sin ellas, con perdón absoluto o
sin impunidad; Cabe anotar que ellos no han sido los únicos ni los primeros en
hacer promesas de paz, en el pasado
cercano de este país, otros lo intentaron y sin excepción todos fracasaron dejando
cada uno tras su malogrado empeño, una estela de frustración y desengaño; Por
tanto vale la pena preguntarnos ¿Colombia está frente a una verdadera probabilidad de conseguir una paz duradera?¿Que hace diferente esta nueva posibilidad de
negociación, que fue avalada por casi nueve millones de votantes? Realmente
no conocemos el futuro, sin embargo teniendo como base las verdades de la
palabra de Dios, podemos concluir que no será esta la oportunidad, ni la forma
en que la conseguiremos.
Si bien es cierto podemos
decir que la paz es en esencia el fin de todo conflicto o rivalidad, que es el
disfrute de un estado pleno de tranquilidad y calma, donde la reconciliación es
un elemento fundamental, en el antiguo testamento el concepto de paz es mucho
más amplio, el termino hebreo Shalóm (traducido regularmente como paz) da la
idea de seguridad, bienestar, salud, felicidad y prosperidad, significa además algo
bueno, completo o perfecto, en el nuevo testamento se adiciona el concepto de unidad
y tranquilidad, pero en ambos casos se muestra a Dios como la fuente de la paz,
ya que ella es un atributo inherente a la
persona y naturaleza de Jehová.Shalóm de Jueces 6:23, del mismo Dios de paz de Hebreos
13:20.
Por el contrario la guerra
siempre ha estado profundamente vinculada al alma humana, la Palabra de Dios
nos enseña que es allí en donde nacen las contiendas, “
¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras
pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de
envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que
deseáis, porque no pedís”. Santiago 4:1-2. El hombre no nacido de nuevo es
esclavo de pasiones y deseos pecaminosos tales como la codicia y la envidia, condición
que lo hace un potencial factor de confrontación, esta fue la causa del primer
homicidio de la historia, Caín se convierte en el asesino de su hermano por
considerar no ser estimado de la misma manera que su víctima. Por otro parte la
biblia nos muestra que la guerra es una manifestación de los juicios de Dios sobre
la tierra, tanto en las naciones paganas como en el pueblo Israel, este último recibió
la promesa que disfrutaría de paz, siempre y cuando Jehová fuera su Dios y
caminara en sus mandamientos, Levíticos 26:1-6, pero también fue advertido que
padecería de espada y perturbación permanente como resultado de su
desobediencia e impiedad, Levíticos 26:1-6.
Por lo anterior es claro que
la paz no puede ser reglamentada por ningún marco jurídico, ni será el
desenlace del desarme de las fracciones insurrectas de izquierda, tampoco el
resultado de acuerdos políticos, el
hombre nunca tendrá paz ni mucho menos podrá ofrecer paz mientras en él
persista el mayor de los conflictos, SU ENEMISTAD CON DIOS que se evidencia en la amistad del hombre con el mundo, “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo
es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios.”Santiago 4:4
Colombia y el mundo no
necesitan negociadores, ni legisladores, se requieren predicadores valientes
que calcen sus pies con el evangelio de la paz, Efesios 6:15, Embajadores de
Cristo que rueguen a los hombre “reconciliaos con Dios” 2 Corintios 5:20, de
otra forma seremos como los sabios y sacerdotes en tiempos del profeta Jeremías
que curaban la herida (espiritual) del pueblo con liviandad (Superficialmente)
y proclamaban “hay paz, hay paz”, cuando en realidad nunca la hubo. Jeremías 8:9-11.
Recordando las palabras de nuestro señor Jesucristo “La paz os dejo, mi paz os
doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga
miedo. Juan 14:27, debemos preguntarnos ¿Cual es la paz que buscamos, la que
vanamente ofrece el mundo o la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento? la
paz que le pertenece al “Que hace cesar las guerras hasta los fines de la
tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros en el fuego.
Sal 46:9
El que tiene oídos para oír,
oiga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario