En uno de los salones de clases
de un importante seminario teológico de los Estados Unidos, un anciano maestro
luego de dibujar un par de huellas en la pizarra y de hacer un gesto de
silencio con uno de sus índices puesto sobre su boca, dijo a su concurrida
clase “Tengan mucho cuidado porque el espíritu de Aristóteles se pasea por
estos pasillos”. ¿Qué era esto? ¿Acaso había enloquecido aquel hombre? ¿Qué
quiso decir? Estas palabras no son otra cosa más que un retrato de lo que pasa
hoy en la iglesia cristiana.
No había pasado cuarenta años
desde la muerte, resurrección y ascensión de nuestro señor Jesucristo cuando ya
se avizoraban las primeras grandes herejías dentro del cristianismo, es así como
vemos a San Pablo rebatiendo las doctrinas judaizantes entre los Gálatas, la
influencia de los Gnósticos en la iglesia de Colosas, el apóstol Juan haciendo
lo propio contra los docetas quienes que aseguraban que Jesús parecía haber
tenido cuerpo humano pero que nunca lo tuvo, Judas a su vez en su epístola advierte de la entrada
a la iglesia de hombres impíos, cuya enseñanza convertiría la gracia de Dios en
libertinaje; Estos hechos solo por mencionar algunos, no fueron exclusivos de aquellos
tiempos; ya que durante los siguientes 15 siglos se evidenciaron los más
grandes errores doctrinales, perdiéndose en el tiempo verdades tan elementales
como la salvación por gracia, la doctrina de la regeneración y la justificación,
hasta que un nuevo amanecer tuvo lugar en tiempos de hombres valientes como John
Wickliffe, John Huss, Martin lutero, Juan Calvino, Ulrico Zuinglio por
mencionar algunos, a quienes Dios usó para volver a la iglesia de nuevo a las
escrituras, a partir de estos hechos pudiéramos pensar que las cosas
definitivamente debieran andar bien, pero la realidad es otra.
Casi 5 siglos después de la
reforma, es claro que una vez más el error en la interpretación de la voluntad
de Dios está a la orden del día, ya que como resultado del estudio
descontextualizado de la Biblia y por su manipulación burda y descarada para
fines personales, nuevamente estamos hoy navegando sobre aguas doctrinales
muy peligrosas. El evangelio de la prosperidad, la oferta de un dios que
promete solucionar todos los problemas y sanar todas las enfermedades en el
tiempo y modo de quien los solicita es la constante; la predicación de un
evangelio integral distorsiona el verdadero sentido del cristianismo, su
mensaje subliminal dice a gritos “El mensaje de salvación producto del
arrepentimiento y la fe, no es lo suficientemente atractivo para ser atendido,
por lo cual se debe incluir otros beneficios”.
Por tal razón es fácil encontrar
dentro de los apellidos de las más renombradas y “exitosas” denominaciones
cristianas adjetivos como iglesia Integral o centro de sanidad interior, que no
es otra cosa que una mezcla de psicología con conceptos bíblicos, quienes la
defienden aseguran que esta es la respuesta o el tratamiento de Dios para el
hombre, llevando a sus involucrados a creer que estas ideas tienen una base
escritural, pero la cruda verdad es que este hecho es una de las más sutiles
pero a su vez la más efectiva mentira de todos los tiempos, que está llevando a más
gente a la condenación que cualquiera de todas aquellas herejías antes
referidas.
Cómo puede ser una verdad bíblica
aquello que tiene origen en el pensamiento filosófico de hombres como
Aristóteles que negó la existencia de Dios, por lo menos el Dios de la Biblia, cuya
base de su verdad era el humanismo, como tener sus postulados como fundamento
de un supuesto tratamiento de Dios para los hombres cuando este señor afirmó
que los procesos del conocimiento se producen a través de los sentidos y la
razón, siendo que la Biblia rechaza toda tendencia a conocer a Dios por medio
de experiencias subjetivas y emocionales, a tales personas llama sensuales,
causantes de divisiones y carentes del Espíritu Santo. (Judas 1:19).
Por lo anterior reconocer la
necesidad de la psicología dentro de la doctrina cristiana es rechazar la
suficiencia de la Sagradas Escrituras para transformar radicalmente al individuo
(2 Tim. 3:16-17) y por ende llamar a
Dios mentiroso. En ese orden de ideas no es difícil entender que la mal llamada
psicología cristiana no solo no es la respuesta que tanto se preconiza, sino
que además ni siquiera es una ciencia, es más bien un sistema filosófico, con
una visión del mundo diametralmente opuesta a la de las escrituras, son
precisamente quienes defienden estos principios los que insisten en decir que
el hombre es una víctima de las circunstancias y no culpable de sus actos, además
afirman que estamos enfermos, que en vez de arrepentimiento requerimos de terapias
y la conducta pecaminosa (Adulterio, homosexualismo, drogadicción, alcoholismo,
etc) es calificada de “conflicto” o “enfermedad”, eclipsando así la realidad
del hombre frente a Dios.
El hombre es culpable puesto que
le dio la espalda su creador y como consecuencia está muerto y destituido de su
gloria Rom. 3:23, por tanto la respuesta está en el evangelio, en la
predicación de un mensaje en el cual no cabe ambigüedades y en el que se
requiere un llamado al arrepentimiento y a creer en el mensaje de salvación por
gracia. Marcos 1:15; Hechos 17:30.
El que tiene oídos para oír,
oiga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario