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domingo, 26 de octubre de 2014

LA FAMILIA, UN MODELO BÍBLICO


En cierta oportunidad una mujer, quien luego de algunos minutos de vuelo al percatarse de su compañero de viaje le pregunta acerca de su oficio, a lo cual este hombre le contesta “ Bueno soy un esposo, un padre y si me queda tiempo predico la palabra de Dios” esta respuesta que encierra una gran verdad, se encuentra sepultada debajo de una montaña de conceptos materialistas y exitológicos, de tal forma que la mayoría de las personas considerando dar su mayor esfuerzo con miras a ofrecer a sus familias lo mejor, terminan perdiendo lo que al principio era el motor de sus vidas. 

Solemos hablar de la importancia que tiene la familia y la incidencia que tiene en el desarrollo de nuestra sociedad, asentimos con la cabeza cuando escuchamos algún sermón, conferencia o enseñanza que habla de cómo día a día el valor de la familia está en decadencia, pero vale la pena preguntarnos si realmente comprendemos el valor que tiene esta tiene para Dios, para respondernos solo basta remitirnos a las estadísticas, en Estados Unidos el 53% de los matrimonios terminan en divorcio, en América Latina las cifras son muy inferiores pero estas van en aumento cada año.

La familia no es el producto de la evolución social humana, Dios creó al hombre para vivir y desarrollarse en el contexto de familia, constituida sobre la base del matrimonio Génesis 2:24. Pero a su vez ella misma es el modelo Bíblico dado por Dios para perpetuar el conocimiento de su persona y  su voluntad a través de las generaciones. En Deuteronomio 6:4-9 Dios da una orden perentoria a su pueblo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”

Dios estableció un modelo bíblico de familia para levantar hombres y mujeres con corazones sanos, que entiendan cual es su fin principal,  pero este propósito es desvirtuado a causa de la muerte espiritual de los no creyentes, y por el desconocimiento de su palabra y la negligencia del pueblo de Dios. Los  conflictos humanos son el producto del desarrollo de familias no bíblicas que producen hijos infelices, sin disciplina ni amonestación del señor, mujeres que desconocen el verdadero amor ya que no lo vieron de su padre para su madre, varones que no saben dar trato a sus esposas, pendulando entre el despotismos y la permisividad, ¿cual es entonces la forma adecuada de amor y el ejercicio del rol de esposo? Miremos que dice las escrituras:

“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,” (Efe 5:25-29)

El modelo bíblico habla del amor del varón para con su esposa del mismo tipo que  Cristo dio por la iglesia, al punto que se dio por ella, lo cual significa que el varón no solo debe estar dispuesto a dar su vida por su mujer, sino que su principal trabajo es santificarla con la enseñanza de la palabra de Dios. A su vez cuando lo hijos que son formados dentro de una familia bíblica crecen seguros del amor de sus padres y por supuesto del amor de Dios. A menos que esto sea así seguiremos produciendo hijos rechazados, buscando de un lado para otro, el afecto y la aceptación que nunca el mundo les podrá brindar.

Es hora de dejar de quejarnos de la influencia negativa que ejerce el mundo en nuestras familias, es mucho mejor asumir el compromiso de impactar con la instrucción y la enseñanza de los principios de Dios a través del estudio expositivo de las escrituras y con la vivencia diaria de la misma.


El que tiene oídos para oír, oiga.

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