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miércoles, 1 de octubre de 2014

¿DEBEN SUFRIR LOS CRISTIANOS?




La historia refiere al médico Crawford Williamson Long como el pionero en el uso de la anestesia en una intervención hecha para extirpar dos pequeños tumores a uno de sus alumnos, procedimiento que fue realizado con éxito, sin embargo se conoce que en la remota civilización asiria se utilizaban métodos rudimentarios con el fin de suprimir el dolor y desde entonces cada generación subsiguiente a luchado ferozmente contra esta experiencia indeseada.

De igual forma hay quienes sostienen que los cristianos no deben sufrir, ya que (según ellos) Cristo llevó a la Cruz nuestras dolencias,  por tanto si un hijo de Dios está atravesando por un periodo de aflicción en su vida es porque le hace falta fe, sin embargo la palabra de Dios nos dice: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,” Santiago 1:2, lo cual indica que a pesar que las palabra “prueba” y “gozo” no son sinónimos ni tienen una aparente relación directa y casi nunca van juntas, el concepto de ausencia total de sufrimiento nunca ha sido una promesa de Dios para los creyentes, sino por el contrario nos advierte que ellas son necesarias para hacer perfecto al hijo de Dios “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” Santiago 1:2-4

Como entender la frase “tened por sumo gozo” en un momento de angustia y de dolor, es más parece ridícula al mencionarla cuando se está atravesando por diversas pruebas, ya que ellas tienen en sí mismas lágrimas, desaliento, desilusión, desesperación y dolor; pero nunca gozo y alegría… Sin embargo esto cobra su real sentido cuando entendemos el verdadero propósito de Dios para nuestras vidas: REFLEJAR LA GLORIA DE CRISTO EN NUESTRAS VIDAS. Efesios 4:13-15

Es probable que digamos que no nos falta nada, que somos perfectos y estamos completos, pero según la Biblia solo podemos llegar a esa condición a través del dolor. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;” 2Cor. 4:17, No podemos ser maduros sin cultivar la paciencia y no podemos cultivar la paciencia sin pasar por situaciones difíciles que prueban nuestra fe, las que Dios quiere que vivamos aún a pesar de que estas sean experiencias difíciles.

Tomemos la siguiente analogía; si queremos ser físicamente más fuerte, ¿qué hacemos? Nos sometemos a una serie de disciplinas que en momentos parecen unas experiencias muy dolorosas. Sin embargo estamos dispuestos a pagar un precio a fin de fortalecernos, si claudicamos y no permanecemos con la mira en el objetivo, no lo logramos, es por ello que una de las palabras claves del cristianismo precisamente es PERMANECER.

Si confiamos en el fiel cuidado de nuestro padre celestial,  si entendemos que todo lo que Dios hace es para su gloria, tendremos la tribulación como motivo de gozo, como lo plantea Santiago, mirando más allá de la prueba, más allá del dolor, mirando el propósito de ese tiempo de prueba en nuestra vida, llegar a la madurez espiritual.

Cómo saber lo que podemos enfrentar en la vida, si nuestra fe no ha sido nunca probada? Y he aquí el detalle.  La madurez Espiritual se produce cuando nuestra fe es probada y por ende produce paciencia. Paciencia para recibir lo que no vemos, nuestra herencia eterna. no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”  1 Cor: 4:18

Por lo anterior podemos concluir que debemos sentirnos privilegiados por estar pasando por cualquier prueba, 1 cor 4:17 y recordar que son leves, momentáneas y que sus frutos son excelentes, eternos y con implicación celestial, por tanto debemos confiar en el Señor. Si tenemos fe, debemos entender que esta fe será probada. 

Ahora bien, si decimos tener un problema que no tiene solución aparente y sentimos en ese momento que no tenemos fuerzas para seguir, no es problema, porque el Señor ya nos dotó de la capacidad para resistir y siempre nos da  con la prueba la salida de la misma. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” 1 Cor. 10:13

El que tiene oídos para oír, oiga.


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